‘La mediación de las cosas’

Xavier Patiño

curaduría Giada Lusardi
 
del 24 de agosto al 15 de septiembre

 

 

MEDIR, MEDIAR… MEDITAR

Xavier Patiño retoma la fuerza y las posibilidades expresivas y revolucionarias de la abstracción suprematista y constructivista de Malévich, Lissitzky y Rodchenko, de inicios del siglo XX en Rusia, para crear un ambiente inmersivo donde lo político roza lo irónico. De este movimiento le atrae su potencial sensible manifestado en formas simples y colores puros. Las obras de Patiño están hechas de geometrías orgánicas que se conectan también con las formas concretas de la artista ecuatoriana Araceli Gilbert, y se alejan de búsquedas narrativas para apelar a una experiencia estética más directa y genuina. En su práctica pervive la herencia de la tradición Dadá y de los readymade de Duchamp, así como la tradición del arte concreto y neoconcreto brasileño.

Desde sus inicios en los años ochenta con el colectivo La Artefactoría, el arte de Patiño ha abordado temáticas sociales, políticas y —muy notoriamente— de crítica institucional, algo que resalta en esta exposición. El artista nos invita a participar de esta gran instalación, a entrar a su mundo de objetos geométricos que encarnan los colores de las grandes revoluciones socialistas. Son herramientas creativas ligadas a la escolaridad, abstraídas de su empleo cotidiano: curvígrafos, reglas, niveles, cintas métricas, escuadras, herramientas de medición colocadas en este espacio galerístico para recordarnos el potencial transformador del arte, pero también su complicada relación con los sistemas pedagógicos burocráticos que todo lo miden y estandarizan en busca de legitimidad.

Los grandes lienzos con calaveras actuan como memento mori, es decir, nos recuerdan nuestra mortalidad y que cualquier anhelo humano de eternidad recae en soberbia. Los lienzos de Patiño son vanitas contemporáneas que nos hablan de lo fugaz de la vida y encarnan la unión de lo figurativo y de lo objetual con el mundo abstracto-geométrico, y sugieren la idea de muerte asociada con la utopía de la revolución.

Su sentido de lo geométrico está intervenido por la incorporación de objetos cotidianos que Patiño observa en su entorno de producción, encontrados casualmente en cachinerías, ferreterías o en la Universidad de las Artes, espacio de enseñanza en el que se desenvuelve a diario como artista-docente. Un precedente de la presente exposición es la obra titulada Una línea roja es una línea roja del año 2016, presentada en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) de Guayaquil, donde el artista parafrasea la famosa frase A rose is a rose is a rose de la poeta Gertrude Stein. La obra consiste en  una instalación realizada con bancas escolares, documentos y programas micro curriculares de las materias del Instituto Superior Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE) y una línea roja que recorre todas las paredes del espacio. Con ello, se propone reflexionar respecto a las dificultades de supervivencia de un proyecto pedagógico juzgado por la burocracia estatal con parámetros que no son aptos para evaluar la calidad académica de la enseñanza en artes.

Su abstracción se construye a partir de objetos mediadores de la vida a los que rinde homenaje, sin alterarlos. El artista encarna a aquel que tiene el deber de encontrar estos objetos, acomodarlos visualmente y ofrecerlos a los públicos. En la esquina más remota de la sala, una urna alberga una cinta de máquina de escribir, de tinta roja y negra, con un texto en letras blancas que reporta una fecha solo visible bajo la lupa: 16 de junio. ¿Qué revolución habrá ocurrido este día? El artista, con su humor guayaco, nos hace dudar y nos invita a pensar, desde el arte, sobre el sentido de la conmemoración de las fechas de las revoluciones y sobre las formas de medir y mediar las cosas.

 

Giada Lusardi

curadora, agosto 2023

Xavier Patiño (Guayaquil – Ecuador)

Estudió en el Colegio de Bellas Artes de Guayaquil. Licenciado en Artes Plásticas en la UEES. Magister en estudios del Arte. A inicios de los ochenta fundó el Taller de Pintura junto a Flavio Álava, Pedro Dávila, Jorge Velarde y Marcos Restrepo, para posteriormente, en 1982, ser parte de La Artefactoría. Ha realizado once exposiciones individuales en galerías y museos de Guayaquil, Quito y otras ciudades del país, tiene un gran cantidad de participaciones colectivas nacionales e internacionales. Ha representado al Ecuador en la Bienal internacional de Cuenca-Ecuador y en la Bienal internacional de Tijuana-México. Por cinco ocasiones, entre premios y menciones, ha ganado los más meritorios premios nacionales, como el Salón de Julio de Guayaquil y el Salón de Octubre de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas.

Al iniciarse la década del 2000 llevó a cabo su proyecto artístico más ambicioso: profesionalizar a los artistas de la costa del Ecuador. Así, en el año 2002 fundó el Instituto Tecnológico de Artes del Ecuador (ITAE), el cual dirigió hasta 2013. Actualmente es director de la carrera de Artes Visuales de la Universidad de las Artes. En el año 2017, junto a sus compañeros de La Artefactoría, recibió el “Premio a la Trayectoria Artística Mariano Aguilera”, considerado el mayor galardón en artes del país.

De las obras de mayor envergadura emprendidas en la contemporaneidad, en relación al arte público, debemos señalar Los Bancos (2006), escultura monumental ubicada en la principal carretera de la provincia del Guayas. Una muestra de su trabajo se pudo observar en la Galería Mz 14 de la UARTES, durante la exposición “Avistamientos de la pintura de Guayaquil”, colectiva de maestros-artistas de la carrera de Artes Visuales.

Su obra se encuentra en varias colecciones privadas y museos, tanto nacionales como internacionales.